La parroquia peregrina a santuarios marianos

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que "caminamos como peregrinos hacia la Jerusalén Celestial" (CIC, 1198) y señala que "las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el cielo" (CIC, 2691). Seguramente en esta lectura se basó D. Juan, nuestro párroco, para programar la peregrinación de la parroquia por santuarios marianos. Nos confesó más tarde, que aunque él propusiera lugares, itinerarios y tiempos, contaba con que la Providencia actuara con sus "sorpresas" y que eligiera los momentos de encuentro, de intimidad con el Señor de los 26 peregrinos.

El miércoles 6 de septiembre a las 9 horas salíamos rumbo al primer santuario, bajo la bendición del Santísimo Cristo de la Fe y el saludo de las banderas que ondean en la Torre Mora. Oración y palabras de bienvenida de nuestro párroco al tiempo que nos informaba de las peculiaridades del Santuario-Basílica de la Virgen de Lidón, de la Mare de Déu del Lledó.

La Virgen se ha servido de una pequeña estatuilla de 6 centímetros, para despertar el amor a su Hijo. Para que muchas generaciones se arrodillen ante su altar y para que muchas almas hayan muerto pronunciando el nombre de María. "A Jesús por María". Fue por el año 1366 que el labrador Perot de Granyana encontró enterrada la imagen, vinculada espiritualmente con Santa María la Mayor de Roma, primera iglesia mariana mundial. Ante su altar rezamos y la pedimos que ruegue por nosotros la Santa Madre de Dios.
Tras un pequeño receso nos dirigirnos al Real Monasterio de Santa María de Poblet , uno de los más importantes de la orden del Cister, declarado Patrimonio de la Humanidad. 
Cumple con los tres requisitos exigidos por la Obra : Aislado, Agua abundante y Tierras de cultivo cercanas. El ascetismo, el rigor litúrgico y el trabajo manual son las bases que presiden los claustros de los monjes de san Benito, pero la más significativa es que todos sus monasterios están puestos bajo la advocación a la Virgen María.

Al ser hospedería, comimos en uno de sus refectorios un menú muy conventual y tras unos momentos de tertulia nos dirigimos a admirar los tesoros que, a pesar los saqueos, incendios y asaltos, conserva el Real Monasterio. Fue fundado por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona para que sirviera de panteón real de la Corona de Aragón. Tuvieron que abandonarlo en 1835 como consecuencia de la desamortización de Mendizábal y en 1930 se inició su restauración, de forma que en 1940 pudieron retornar los monjes a la abadía y abrir la iglesia al culto. El edificio actual guarda en su interior cuatro grandes joyas: el retablo renacentista de alabastro, la sacristía, la sala capitular y los sepulcros reales.

Retomamos la autovía camino de la "Tarraco Imperial" para alojarnos en el hotel Ciutat Tarragona. Un céntrico hotel, de cuatro estrellas, con piscina en la azotea y bañera de hidromasaje, donde nos sirvieron una reconfortante cena.

El primaveral amanecer del jueves y reconfortante desayuno invitaban a disfrutar del extenso programa previsto. Una visita panorámica en autobús por la ciudad nos presentaba la grandeza de una de las ciudades más interesantes y con más historia de Europa. 
El Circo Romano, el Anfiteatro, la Catedral, la Plaza del Fórum , Las Murallas, El Balcón de Europa, que más tarde y a lo largo del día, fuimos recorriendo. A primera hora ya recibimos el primer "regalo" en la persona de Paco, un guía agudo en ideas, sabio en arte y experto en Sagrada Escritura. La magnífica exposición que hizo de la "Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Tarragona de Santa Tecla" en especial del retablo del altar Mayor, nos hizo dudar entre si nos proponía admirar la obra de arte o a meditar sobre los diferentes episodios de la Pasión del Cristo Sufriente. Pudiera ser una de las "sorpresas" que D. Juan pidió en su oración aunque no la última porque nos disponíamos a salir de la catedral cuando nos encontramos por el claustro con el "Eminentísimo y Reverendísimo Sr. D. Joan Planellas y Barnosell. Cardenal Primado de las dos Españas, Toledo y Tarragona". Se mostró muy cercano con nosotros interesándose por nuestra procedencia, dispuesto a fotografiarse y a impartirnos su bendición. Gracias al Primado y gracias al Señor por el encuentro.

Tras las "sorpresas" nos dirigimos a la Casa Castellarnau, antigua residencia de algunas de las familias más influyentes de la ciudad desde principios del siglo XV hasta el siglo XIX. Tras las emociones y el cansancio, fuimos a comer, de buffet libre al restaurant El Tiberi, especializado en platos caseros de arroz y carne de la "cuina catalana".

Una larga sobremesa que nos dio lugar a repetir el postre de la casa y tomar más de un café, y así emprender con ánimos el largo recorrido programado: Balcón de Europa y el Circo Romano. Un circo como nos dijo Paco: " se le llama Circo Romano pero de romano y de circo queda poco". Fue construido a finales del siglo I d. C. por el emperador romano Domiciano y se mantuvo en uso hasta mediados del siglo v. La decadencia del Imperio Romano y la reducción de la ciudad, hicieron que las estructuras originales fueron aprovechadas para las nuevas construcciones y que sus piedras se trasladaran al centro urbano.

La cena y el descanso nos hicieron reponer las fuerzas perdidas y que nos preparaban para emprender con ilusión el programa del viernes día 8. Una jornada que nos reservaba encuentros y emociones y no solo por visitar la casa-colegio de las Carmelitas Misioneras Teresianas del beato padre Palau, sino por y poder abrazar a la hermana Segunda que tan buenos recuerdos había quedado en Paterna y en la parroquia.

Nos recibió con un beso en la puerta de la iglesia y junto con la hermana Josefa Pastor, monja erudita que con un lenguaje cercano y fácil nos ofreció las claves para situar el concepto de familia hoy. "Sin amor no hay familia".

Nos trasladamos a la capilla del sepulcro del fundador de la Orden. D. Juan pidió a la hermana Josefa que nos expusiera brevemente la vida de Francisco Palau y los principios fundamentales de la Orden. Nos habló del "sentido de la vida, de la relación Iglesia-Familia, de la voluntad de Dios-Misión y el servicio de las obras". "La familia al igual que la Iglesia debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde dónde este se irradia". Rezamos, ante la imagen de la Virgen del Carmen, que preside la iglesia, y pedimos porque se consiga la canonización del Beato Padre Palau.

Encogidos un poco los corazones, nos despedimos de ellas aunque nos prometieron que para junio nos veríamos de nuevo en Paterna para la Primera Misa de nuestro Juan Nulius.

D. Juan apremiaba al grupo porque quería estar presente en el rezo del Ángelus en el monasterio-santuario de Santa María de Montserrat, símbolo de Cataluña y de España. Mereció la pena participar en la liturgia de las Horas que nos ofrecieron monjes y Niños de la Escolanía, enlazados por las notas del órgano más grande de Europa . La oración y la liturgia es el centro de la vida de la comunidad benedictina compuesta en la actualidad por 80 monjes.
El monasterio está formado por dos bloques de edificios: por un lado la basílica con las dependencias monacales y por otro los edificios destinados a atender a peregrinos y visitantes con zona de alojamiento y restauración de los que nos servimos. Se lee en el pórtico de la iglesia que "El fin principal del monasterio es hacer fácil, natural y flexible la relación con Dios".

D. Juan consiguió que nos cedieran la capilla, bajo el camerino de la imagen de la Virgen, para celebrar en privado la Eucaristía. El silencio, el recogimiento y la homilía hicieron que sintiéramos muy cerca al Señor. Que a través de María viviéramos una relación muy personal con Jesús de Nazaret. Otra "sorpresa" más.

Tiempo para merendar en una de sus cafeterías, el suficiente para prepararnos a rezar con la Comunidad el Santo Rosario y las Vísperas. Finalizados los rezos pasamos a cenar en uno de los refectorios reservados a peregrinos. Los menús que nos prepararon son dignos de restaurantes de muchos tenedores, y muy importante, servidos por personas que además de la profesionalidad rebosan de humanidad y atención.

La noche invitaba a pasear por las calles que configuran el recinto y disfrutar de unas vistas que proclaman las maravillas de la creación, a través de esas caprichosas formas de montaña, Turols, de "belleza natural pero de apariencia sobrenatural".
Nos despedimos de Montserrat con nostalgia y buenos propósitos, camino hacia otro monasterio. El de Santes Creus una abadía, sólida grave y austera reflejo del modelo canónico de los monasterios del Cister. Fue declarado monumento nacional en 1921 y es el único monasterio incluido en la Ruta del Císter en el que no existe vida monástica. 

Nos comento la guía que aunque fue fundado en el 1160, el momento de esplendor fue entre los siglos XIII y XIV, por su estrecha relación con la nobleza y el linaje real. Los reyes Pedro III de Aragón y Jaime II el Justo y su esposa Blanca de Anjou fueron mecenas del monasterio y escogieron ser enterrados aquí, en dos mausoleos góticos junto al altar mayor. 

Durante la Primera Guerra Carlista las tumbas fueron profanadas, las momias quemadas y arrojadas a un pozo, únicamente el sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna, impidió que sus restos corrieran igual suerte. 
Hicimos un alto en el camino para almorzar en un bar de carretera y tras una larga sobremesa emprendimos el viaje de regreso dando por finalizada la peregrinación de la Parroquia, que como Iglesia visitó los santuarios marianos.

Hemos vivido momentos de oración, de reflexión, de encuentro con el Señor, la Virgen y con los hermanos. De reencontrarnos con nuestra propia historia cristiana y meditar sobre nuestra realidad pasajera en este mundo. . Momentos que como dice el Papa Francisco nos recuerdan que "el cristiano es ante todo un peregrino, que la Iglesia misma es un pueblo peregrino y que Jesús es nuestro compañero de peregrinación". 

Que María nos enseña a ser peregrinos en la fe, porque Ella es la creyente por excelencia, la mujer que supo fiarse de Dios.

Conociendo a D. Juan, al entrar en su casa y tras beber un largo trago de agua, se postraría ante el sagrario para dar gracias a Dios por el éxito del viaje y para pedir perdón porque no pensaba que la Providencia iba a atender con tantos detalle su ruego de que: "actuara con sus "sorpresas" y que eligiera los momentos de encuentro, de intimidad con el Señor de los 26 peregrinos ". 

Hasta la próxima, gracias peregrinos, gracias Páter.

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