Esta solemnidad es la fiesta grande de nuestra comunidad parroquial, al ser San Pedro nuestro titular. Con ella acabamos también el curso pastoral del año, y hacemos balance y acopio de los logros y las carencias en nuestro camino como comunidad parroquial en medio de la Villa y del mundo.

Preparada por el Consejo de Pastoral de la parroquia (que cuenta entre sus miembros con representantes de todos los grupos parroquiales) la misa se desarrolló con solemnidad, pero también con gran familiaridad. Fue una misa muy concurrida, como puede verse en las fotos, aunque lamentablemente no fue posible continuarla, debido a la pandemia, con el encuentro "de sobaquillo" en el centro parroquial. Esperemos que esta hermosa tradición retorne el año próximo.

En su homilía, nuestro párroco D. Juan glosó las palabras del Papa de este mismo día, en las que Francisco nos invitaba a vivir como Pedro y Pablo la experiencia de ser liberados por Cristo, para poder llevar esa liberación a los demás. También nosotros, nos decía D. Juan, debemos dejarnos liberar del desánimo, de la desafección, de la negatividad, para contagiar a los demás la gracia que recibimos en Cristo.

También invitó a cada uno de los presentes a que sientan el templo como casa común de todos, en los detalles concretos, como haríamos en nuestra casa, en la que no criticaríamos si vemos un florero con el agua un poco "pasada", sino que iríamos y la cambiaríamos, con naturalidad y con sentido de pertenencia.

Puede verse un ábum de la celebración, aportado por Félix Perona García