Señor: sé que no he hecho mérito para que te fijes en mí y menos para que me elijas como discípulo y adorador. "El Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles". Mi relación contigo traspasa el tiempo y "ya antes de la creación del mundo me destinaste para ser santo", pensaste en el lugar y momento donde debía nacer, y en la familia que me trasmitiera la fe. Me rodeaste de almas "de la puerta de al lado" que me guiaran, y te serviste de los aconteceres de cada día para hacerte presente en mi caminar.
Proyectas mi vida asignándome una vocación, la misión que debo realizar en tu proyecto de completar tu redención. Pasas por mi vida y me invitas a seguirte: "los llamó para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar". No me dejas solo porque sabes que a lo largo de mi vida los enemigos van a luchar para desviarme de tu camino. Me envías al Espíritu Santo para que con sus dones sea capaz de realizar la misión que la Trinidad pensó al crearme.
Día a día me vas modelando y en el atardecer de mi vida puedo descubrir cómo has ido trazando y construyendo mi historia. Ahora que la barca de mi vida se va acercando al término de su destino, me dices que "siga remando mar adentro para que no la deje a merced de las olas". Que aunque el mundo me haya olvidado porque ya no soy provechoso, Tú me sigues queriendo porque no te importa tanto mis obras ni mi edad, como mi disposición de amarte y cumplir tu voluntad en esta mi última etapa.
Cumplo tu voluntad al trasformar en oración la resignación de mi deterioro físico, el olvido de la sociedad, el aislamiento de los más cercanos. Quieres que te siga adorando y aunque no lo haga arrodillado ante el sagrario, que sean los achaques o la reclusión las ofrendas que ahora me pides y te agradan.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor Jesús: "¿qué tengo yo que mi amistad procuras?" Me has elegido "para estar contigo", para hacerte compañía, para convivir contigo, para adorarte. Me uno a las palabras de papa Francisco: "Señor lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras". Abrazo mi última hora como el "pasar a la habitación de al lado" y en mi encuentro contigo, ansío poder decirte: que he cumplido con la misión que me habías confiado.
Sea por siempre bendito y alabado