Señor: que yo te ame entra dentro de la lógica humana, pero que Tú me ames, que me ame todo un Dios y que lo haga antes de que yo haya hecho mérito alguno, solo lo entiendo viéndote nacer en un pesebre y morir en una cruz.
El amor que Tú me das es un amor eterno, misericordioso, fiel, total, como si fuera yo la única persona a quien amar. Es el mismo amor que el Padre y Tú mantenéis y el mismo que a través de tu doctrina me trasmites. El que proclama el profeta Oseas: "Me casaré contigo en matrimonio perpetuo; me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión; me casaré contigo en fidelidad, y te llenarás del Señor".
Señor: Tú me amas y no necesitas mi amor para revelar al mundo que eres el Mesías, el Hijo de Dios. Yo soy nada si tu amor no llega a mi vida, naci por amor y es el amor el origen y fin de mi existencia. Saber que me ama mi Señor es para mí esperanza y aliciente para alcanzar la santidad que me pides. Por amarme y por concederme el título de hijo de Dios, nada me exiges, tan solo me dices que "dé gratis lo que gratis he recibido". Que reparta y comparta tu amor, que sea el amor la moneda que use para devolver los favores y perdones a mi Dios y para la convivencia con mis hermanos.
Señor: si repaso mi vida veo que toda ella está llena de detalles de tu amor y todos ellos me hablan de la esperanza que mantienes para que yo sea siempre tuyo. Ante ese mi deseo de amarte, compruebo que aparecen en mí interior dos voluntades diferentes. La del enamorado de mi Dios, y la que piensa no cargar con la cruz porque Tú la llevaste por mí. La que confiando en tu infinita bondad piensa que Dios no se muda y que no se bajará de la cruz.
Señor: si antes que yo existiera ya me amabas, cuantas cosas habrás hecho y seguirás haciendo llevado por tu obsesión de amarme. La experiencia me dice que si yo te amo es porque Tú me has infundido ese amor, porque Tú me has enseñado a amar, y que lo bueno que yo pueda hacer nace de tu deseo de que yo entregue amor.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: cuando por tu misericordia me encuentre contigo en tu reino, me vas a preguntar cuánto he amado: "me examinarás del amor." Si he entregado a manos llenas el amor que me diste, si he respondido con amor mis encuentros y si he reaccionado a las ofensas con un: "Padre perdónales". Señor: que María y José sean mi ejemplo y como ellos te ame por encima de las contrariedades de la vida.
Sea por siempre bendito y alabado