Señor: estamos celebrando el tiempo litúrgico de cuaresma, que en palabras del Papa Francisco es "un tiempo para creer y volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios". Son días que me hacen pensar en tu cruz y en la mía. En la tuya, porque al aplazar mi conversión sigues cargando con mis indecisiones, y en la mía porque soy reacio a seguirte sin despojarme de mis seguridades. "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga".
Señor: me adviertes que por seguirte no me librarás de la cruz, pero que si la llevo contigo, notaré que es "yugo suave y carga ligera". Que aunque piense que mis cruces son pesadas y duelen, oigo que me dices:"Ven a mí cuando estés fatigado y sobrecargado porque yo te daré descanso."
Señor: descansa mi alma cuando me encuentro contigo ante el sagrario, cuando se cruzan nuestras miradas y te dispones a oír mis quejas, cansancios e inquietudes. Cuando te expongo mi impaciencia al no ver crecer lo que siembro. Siento descanso cuando me dices que "todo se pasa, que Dios no se muda, que quien a Dios tiene, nada le falta".
Creo Señor, que mi tiempo de adoración te hace descansar, que te alegra ver cómo una criatura roba tiempo al mundo, hace una alto en su camino para decirte que a pesar de las ofertas del mundo, te seguiré. Pienso que descansas cuando unido a mis hermanos celebramos la Eucaristía y te ofrecemos al Padre como ofrenda, haciendo realidad tu mandato de "haced esto en memoria mía". Descansas también cuando ves a ese ejército de almas consagradas que dejando sus redes te entregan sus vidas para adorarte día y noche. "Refugio donde puedas retirarte y tomar reposo cuando los pecadores te echan de sus corazones"
Señor: creo que a través de tu palabra y tu vida me indicas el camino que debo seguir para encontrarte, el ejemplo a imitar para no perderme, pero como humano no entiendo el porqué de tu cuaresma, el de tu retiro al desierto. No tenías que rectificar nada de tu decisión por salvarme. Tampoco te inquietaban los sufrimientos de la Pasión, porque la aceptaste voluntariamente, ni el saber que te iban a negar los que elegiste o que el mundo te rechazaría.
Pienso Señor, que tu cuaresma la asumiste para reafirmarte ante el Padre de tu decisión inquebrantable de entregar tu vida para redimirme. Deseabas recuperar lo que el pecado se había apropiado y de llevar a la casa del Padre al hijo pródigo que creó por amor.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: todo lo que sucede en el mundo te es conocido y la noticia de la guerra rompe nuestro sosiego al ver que la paz que Tú ofreces, los humanos la trasformamos en dolor y muerte. Conoces el odio que llena el corazón del hombre pero respetas su libertad y no castigas sus rebeldías. Ten misericordia de cuantos provocan los conflictos y llena de consuelo a tantas almas inocentes, que ajenas a la guerra, sufren sus consecuencias. Señor: acoge la oración, el ayuno y la limosna de tu pueblo como reparación de las ofensas que recibes y que tu paz llegue a los corazones de naciones y personas, para que sea tu reino de amor el que domine el mundo.
Sea por siempre bendito y alabado