Señor: solo el amor de un Dios pudo pensar que para redimirme tenías que hacerte carne, pasar por uno de tantos y por el último de los tantos. Que el Dios de los Ejércitos y Señor de cielos y tierra se adapte a mis temores e inseguridades. Si me hubieras mandado que programara tu venida al mundo jamás lo hubiera hecho como lo pensó la Trinidad. Te hubiera preparado una cuna digna de un rey en el mejor palacio. Nunca hubiera pensado en el pesebre de una cueva. Reconozco que tus caminos son diferentes y mejores que los míos, y que mis proyectos contrastan con tus bienaventuranzas. Yo te busco en lo extraordinario y Tú estás con el que sufre, en el triste, con "los santos de la puerta de al lado". Aunque no entienda Señor muchos de tus designios, me conmueven tus formas de demostrarme tu amor.
Tú venida a la tierra la programas para encontrarme, vienes por mí y para mí. Me muestras el camino para descubrirte, diseñándome un plan de vida acorde a los talentos que me diste para que no fracase. Para hacerte cercano no te importa vestirte con mis andrajos, no te asustan mis cobardías, ni mi indiferencia. "Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres". Tu amor por mí no tiene límites y sin conocer mi respuesta y sabiendo que: "aunque el Amor no ha sido amado" mantienes tu deseo de entablar una relación de amor conmigo.
El Papa Francisco nos recuerda que el Adviento "es el tiempo propicio para acoger con mucha alegría la venida de Jesús, que viene como mensajero de paz para indicarnos los caminos de Dios; nos recuerda que Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida".
Mi alma ansía acogerte, Señor, y me duele cuando te niego, cuando te supedito a mi orgullo, a mi autosuficiencia, a las leyes del mundo. Enséñame a serte fiel, en especial cuando me retiro del sagrario, cuando ya dejo de ver como hermano al que me ofende, al forastero, al enfermo. Con tus muestras de amor entiendo a san Agustín: "Es imposible conocerte y no amarte, es imposible amarte y no seguirte".
No quisiera, Señor, oír las palabras de Juan el Bautista: "en medio de vosotros hay uno que no conocéis". Deseo responder a tu amor imitando al Jesús hombre, "siendo manso y humilde de corazón". Acercarme a tu forma de pensar, acoplarme a tus deseos, entender tus mensajes.
Señor: enséñame a reconocerte tanto en el sagrario, como en los que me pones en mi camino. Que te vea en medio de mis inseguridades y problemas, que mi vida hable de ti, que pregone que has venido al mundo a traer paz y que sólo si soy pacifico seré llamado Hijo de Dios.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: cambia mi fe teórica en una fe que vea en la Sagrada Hostia el amor del Hijo de Dios que quiere compartir mi humanidad. Que como dice el Papa Francisco: "Encuentre tu grandeza en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir". Que me alegre porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores". Gracias por querer estar conmigo y no importarte quedar indefenso a merced de los que te quieren ofender. Que sea para ti la morada donde todos puedan encontrarte. Que nuestra madre, la Virgen María, como sagrario privilegiado del Hijo de Dios, nos acompañe para preparar dignamente la venida de su Hijo, nuestro Señor.
Sea por siempre bendito y alabado