Señor: celebramos el tiempo litúrgico de Cuaresma en el que la Iglesia me recuerda que es el "tiempo en el que los cristianos nos preparamos a celebrar el misterio pascual, mediante una verdadera conversión interior, el recuerdo o celebración del bautismo y la participación en el sacramento de la Reconciliación".
Tiempo en el que Tú, mi Redentor, quieres recordarme los límites que te marcas por amarme. Un tiempo que me hace pensar en tu cruz y en la mía. En la tuya viendo que por mi amor, el amor de un Dios, te "despojas de tu rango y tomas la condición de esclavo, pasando por uno de tantos". La mía porque la soporto sin resignarme a cargar con ella, porque me rebelo contra el sufrimiento, protesto por la enfermedad y los conflictos, y porque tampoco me ofrezco para servir de "cirineo" a ese prójimo víctima de los atropellos e injusticias sociales.
Tú sabes Señor, que las cruces hacen sufrir que son pesadas y duelen. Por eso me dices que " Vaya a ti cuando estés fatigado y sobrecargado porque yo te daré descanso" y que llevándola contigo será "más suave y más ligera". Me adviertes que por ser discípulo tuyo no me vas a eximir de ellas, pero que a tu lado me pesaran menos. Que ante mi tristeza y desconsuelo fije mi vista en el "Crucificado" porque me sentiré confortado.
El tiempo de Cuaresma, en palabras del Papa Francisco, es "tiempo propicio para buscar y no evitar a quien está necesitado; para llamar y no ignorar a quien desea ser escuchado; para visitar y no abandonar a quien sufre la soledad". Pongo en tus manos, Señor, las lagrimas de cuantos son víctimas de la guerra, los terremotos, el hambre y la injusticia y si me pides que yo "les dé de comer" hazme sensible a su dolor para ofrecerles la limosna, la oración y la acogida que precisan.
Te doy gracias porque la luz del Espíritu Santo hace que te vea y te encuentre a través de la cruz. Por enseñarme que puedo trasformar en ofrenda redentora mis sufrimientos. Ayúdame a levantarme cuando me veas caído por el peso de las preocupaciones, los cansancios, los años, las derrotas, y haz que en medio de esas noches oscuras vea el amanecer de la mañana de tu resurrección.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Pienso, Señor, que tanto Tú como yo caminamos cada día por cuaresmas y desiertos. Tú, viendo como rechazo tu ofrecimiento para caminar a tu lado, y yo obstinado en seguir al "barrabás" del momento. No eres ajeno a los desasosiegos de la humanidad y sufres al ver que los tuyos desatendemos las necesidades de los pobres, de los últimos. Señor: que sepa imitar tu cuaresma para santificar la mía, para estar cerca de ti y recorrer juntos los "viacrucis" de cada día. Que me siga conmoviendo tu Pasión pero que no me detenga en tu muerte porque al amanecer del tercer día te veré resucitado.
Sea por siempre bendito y alabado