Señor: gracias por tu resurrección, por la manifestación de tu divinidad que me hace sentir liberado y alegre, porque ya no te veo clavado, ni tampoco te encuentras en el sepulcro sino que te siento vivo y presente en el sagrario. Es la fiesta de la fe ya que mis sentidos no me ayudan a creer que hayas resucitado. La fe me dice que aunque mis ojos no te vean, creo que vives, que no hace falta meter mi dedo en tu costado porque te oigo cuando me hablas y te siento cuando te recibo en la Eucaristía. No necesitas preguntarme como a Marta si creo en tu resurrección porque confío en tu palabra: "No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán".
Mi Galilea Señor, es encontrarme contigo, descubrirte en tu palabra y verte en el hermano necesitado o en el que rehúye mi presencia. Creo en ti pero aumenta mi fe porque a veces mis ojos se ciegan y no te ven o te ven como al hortelano. Quiero pertenecer al grupo que Tú llamas dichosos porque sin verte he creído, porque te vea en la fracción del pan, y en los momentos de oración y adoración.
Quisiera Señor, anunciar tu resurrección con mi vida, llevarte donde yo vaya, y dar a conocer que Jesús de Nazaret está vivo. Que no te deje recluido en el sagrario sino que me acompañes por los caminos que me hayas trazado. Notificar que has vencido a la muerte, que tu sepulcro está vacío y que me dices: "el que crea en mí aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí, nunca morirá".
No quiero ver tu resurrección Señor, como un acontecimiento histórico, lejano y admirable, sino que sea un hecho que sucede cada día. Que resucitas cuando aparto las piedras que me impiden llegar a ti, cuando llevo paz y consuelo al necesitado, cuando mi razón la supedito a tu voluntad y cuando guardo silencio para que hables Tú.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Gracias Señor por tu presencia en mi vida, porque en el caminar por el Emaús de mi existencia te haces presente y me invitas a compartir mis pasos . Te ruego que cuando sea duro de entendimiento y me cueste creer en tu palabra, no hagas el ademán de seguir adelante, sino que te quedes conmigo para que bendigas y compartas mi pan.
Sea por siempre bendito y alabado