Señor: a pesar de mis limitaciones reconozco que eres mi Dios y mi Señor y si pienso así es por inspiración del Espíritu Santo. Que si yo te amo es porque Tú me has amado primero, y si es posible nuestra relación es porque te has abajado hasta encontrarme. Gracias porque a pesar de la profunda distancia que existe entre tu amar y el mío, entre tu pensar y el mío, te reafirmas en que ha merecido la pena morir y resucitar por salvarme.
Señor: cuando pienso que ya he llegado a conocerte, cuando creo que lo que me has revelado culmina nuestra relación, descubro cada día algo nuevo en ti. “El amor nunca se da por concluido y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo” dice el Papa Benedicto XVI.
A través de la oración y los sacramentos, me vas mostrando la entrada a esa morada cercana al castillo interior donde Tú te encuentras y me esperas. Como dice san Pablo: “Quien se figura haber terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es debido”.
Señor: tu Providencia la veo reflejada en la forma en que me has ido conduciendo en las diferentes etapas de mi vida. A todas ellas les has ido dando el matiz afín a las circunstancias que me rodeaban, para acercarme a ti, principio y fin de mi existencia. En ellas me has orientado para caminar acorde con tus designios y aunque muchas veces no te haya reconocido, siempre has buscado mi bien y mi salvación. Como dice san Agustín, “aunque no te viera ni reconociera: tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera” .
No merecería tu amistad, Señor, si pensara que ha sido casual mi cuna, mi familia, mi vocación, mi fe, y mi encuentro contigo. Pienso que hasta que no me has visto arrodillado ante el sagrario, no has dejado de rogar al Padre para que fuera oveja de tu redil. Has tenido que salir muchas veces a mi encuentro y llevarme en tus hombros al verme apartado.
Tu amor y misericordia no tienen límites y a pesar de mis olvidos e indiferencia, has confiado en mí. Señor, Tú me quieres por encima de lo que haga. No has esperado a que yo fuera bueno para amarme, y olvidas las veces que te he respondido: “!Mañana te abriré para lo mismo responder mañana! .
Señor, disculpa mis justificaciones, mis “porqués y la falta de tiempo “para no responder a tu “ven y verás”. Perdón por las veces que le he puesto condiciones a mi “te quiero” y acoplado a mi pensar tus mandamientos y sacramentos. Perdón por no confiar más en tu Providencia y menos en mis seguridades. Por no amarte como Tú me amas y no estar siempre disponible como Tú lo estás conmigo. Señor : dispón de mi pan y mi pez para que Tú lo multipliques y hagas el milagro.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: te doy gracias porque me valoras como no merezco. Por dar tu vida para rescatarme, por amar a tu criatura, por quedarte en el sagrario para ser compañía y alimento. Pongo en tus manos mi vida para que la sigas guiando con tu sabiduría infinita, y como la Virgen te entrego mi voluntad como la mejor ofrenda que un humano puede hacer a su Dios.
Sea por siempre bendito y alabado