Señor: la Iglesia me recuerda en este mes que debo rezar especialmente por los difuntos, por los que formaron parte de mi vida, por los que me llevaron a ti, por los que no me perdonaron, por los adoradores con los que compartí vigilias, por los que nadie reza y por los que mueren solos.
A todos ellos los has amado y por todos has muerto y resucitado. Has pedido al Padre que les perdone "porque no saben lo que hacen". Todos mis errores y desamores por muy grandes que sean no merman la fidelidad de tu amor. Tu sangre y tu infinita misericordia borran mis pecados. Nadie como Tú arde en deseos de que la redención llegue a todos. Nadie como el Padre está a la espera de nuestro regreso. Un Padre que a pesar de nuestros errores no se cansa de perdonarnos, y una Madre que ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
Conociendo tu infinito amor y misericordia, pienso Señor, que en el último suspiro, la acción del Espíritu Santo hará brotar en todas las almas un pensamiento de amor y arrepentimiento. Un instante en el que te podamos decir: "Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino" y poder oír tu respuesta: "hoy estarás conmigo en el Paraíso". "Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término". San Pablo lo reafirmaba: "Jesús como un sacrificio perfecto y único por nuestros pecados, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados".
Señor: Tú conoces mi día y mi hora y hasta que llegue ese momento me dices que: "siga remando mar adentro para que no deje mi vida a merced de las olas". Que en mi decadencia siga activo, que te siga adorando porque no te preocupa tanto mi deterioro, como mi disposición de amarte y cumplir en todo momento tu voluntad. Que con palabras del poeta te cante: "vive, aunque creas que vas a morir como mueren las hojas de los árboles, yo soy el Viviente, te he creado para que nazcas de una vez para siempre. Si vienes conmigo, nunca te alcanzará la sombra de la muerte".
Mi fe en ti Señor, hace que no vea la muerte como algo trágico que borre los lazos de amor que nos han unido. Si antes de que naciera pensaste en mí como algo tuyo. Si a lo largo de mi vida me has dado muestras de un amor desmedido. Si mi cuerpo y el tuyo han estado unidos por la Eucaristía, debo ver la muerte como el día de la liberación, del encuentro con el Padre amoroso.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: veo que mi barca se va acercando al puerto de su destino y que llegará el momento que otros recen por mí. En esta etapa me alegra oírte decir: "Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí no morirá eternamente". Que vea hecha realidad la oración que cada día he rezado a la Virgen: "muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre". Que a mi llegada a tu reino pueda abrazar a los santos que formaron parte de mi vida y oír: "Ven, bendito de mi Padre, para heredar el reino preparado para ti desde la creación del mundo"
Sea por siempre bendito y alabado