Señor: celebramos el tiempo de Cuaresma, tiempo de encuentros, de conversión, de recordar que tu misericordia es infinita y que el Padre me espera para darme el abrazo de bienvenida. El pasaje del evangelio donde te encuentras con Andrés y Pedro me trae a la memoria los años en los que Tú me buscabas, y las formas que te valías para llamarme. Una etapa de mi vida que me repetías "Ven y Verás" y que yo no sabía quién lo decía ni dónde vivías. Te servías de lo cotidiano de cada día para llegar a mí, aunque yo ni te buscaba ni te reconocía. "Tú estabas dentro de mí y yo afuera".
No entendía el por qué aquel anciano se ponía de rodillas con los brazos en cruz cuando se exponía el Santísimo. Me preguntaba qué hacían aquellas personas arrodilladas ante el Monumento un Jueves Santo. Nunca pensé que Jesús de Nazaret tenía la respuesta a mis interrogantes ni que tuvieras interés por mi amistad.
Esto me lleva a pensar en que si ahora te reconozco como mi Señor, no es mérito mío, y te repito las palabras de Natanael que "si ahora te conozco es porque antes Tú me has conocido". Si Tú no hubieras aparecido en mi vida, si tu interés por encontrarme hubiera cesado, resolvería mis interrogantes con los remedios que el mundo me ofrecía y te recordaría como una figura histórica que vivió hace dos mil años.
Señor: me admira tu empeño para que forme parte de tus elegidos, pero me asombra aún más que solo me pidas que te siga y esté contigo. "Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Es una respuesta que yo como humano no entiendo, y que me sobresalta cuando descubro que por mi amor naciste en un pesebre y moriste en una cruz, sin saber si te lo iba agradecer.
Ante tanto amor, la reacción lógica de un alma sencilla, es responderte con humildad a tu llamada y jurar que te seguiré y que te seré fiel. "No vayamos con soberbia, porque antes de ser encontrados andábamos perdidos, y hemos sido buscados" (S. Agustín). Para buscarte no tengo necesidad de recorrer medio mundo ni realizar obras extraordinarias, porque Tú me esperas en lo cotidiano. Caminas conmigo, estás donde yo estoy y vienes donde yo voy. Deseas que sea santo en lo ordinario de mi vida. "Entre pucheros anda el Señor".
El Papa Francisco dice que "Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descubrir la riqueza que lleva en sí y que cada día se presenta como una realidad totalmente nueva." Tú no te conformas con haberme llamado y encontrado, quieres pasar de esas primeras moradas a las que llevan a "estar a solas con quien sabemos que nos ama" y porque deseas que vaya creciendo en el amor, cada día me vas a preguntar si "te amo más que estos".
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
El encuentro de María con el Señor sucedió cuando el Ángel Gabriel la anunció que sería la madre del Mesías. Solo su alma llena de gracia pudo dar aquella respuesta: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". "María siguió a Jesús, escuchando cada palabra que salía de su boca; conservó todo en su corazón y se convirtió en memoria viva de los signos realizados por el Hijo de Dios para suscitar nuestra fe" (Papa Francisco).
Sea por siempre bendito y alabado