Señor: la acción del Espíritu Santo hace que crea en tu resurrección. No es fácil para un ser humano entender que un muerto vuelva a la vida y es lógico que se piense que la historia de Jesús de Nazaret terminó cuando murió crucificado en el monte Calvario. Dice San Agustín:”Que Cristo haya muerto lo creen todos, incluso los paganos, pero que haya resucitado, sólo lo creen los cristianos, y no es cristiano quien no lo cree. La prueba más segura de la resurrección de Jesús se tiene después, no antes de haber creído, porque entonces se experimenta que Jesús está vivo”
Entiendo que los apóstoles no creyeran a María Magdalena cuando les dijo que “había visto al Señor”. Tuviste que enseñarles tus manos y tus pies y decirles: Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo”.
Pienso Señor, que para el que te ama no hace falta que le digas: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo, sino creyente”. La fe me dice que aunque mis ojos no te vean, te siento vivo en mi vida, oigo tu voz en tu Palabra, te haces presente en mi diario caminar y noto tu abrazo cuando te recibo en la Comunión. La acción del Espíritu Santo me hace creer en lo que no veo y me “recuerda todo lo que Cristo ha dicho”
Alégrate Señor porque tu resurrección está dando sus frutos. Hoy, en el Tercer Milenio, somos numerosos los que te seguimos, que creemos que has resucitado, que cuando nos ves arrodillados ante el sagrario estamos proclamando tu resurrección. Creemos que “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!” Que «Dios lo resucitó de entre los muertos, dando así a todos los hombres una prueba segura sobre él» (Hch 17,31).
Señor: deseo celebrar tu resurrección cada día. Vivirla cuando llevo pan y paz al necesitado, cuando perdono al que me ofende, cuando mi “yo” lo supedito a tu voluntad y cuando silencio para que Tú hables. “Cuando me detengo como el samaritano, ante el hermano herido”. Cuando proclamo que con tu resurrección has vencido la muerte y les recuerde tus palabras: “todo aquel que vive y crea en ti, nunca morirá”. “La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos” (S. Máximo de Turín)
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor: gracias por tu resurrección, por revelarme que eres Dios, por decirme que ya no vaya al sepulcro para encontrarte y por invitarme a que “avise a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí te veremos». Te veré vivo en la Galilea del sagrario, en la Eucaristía, en tu Palabra y en la cercanía con mis hermanos. Ya no me entristece tanto la muerte porque Tú la has vencido y sé que ella no tiene la última palabra. “Cuando, Señor, resucitaste, Todos vencimos contigo, Nos regalaste la vida, Como en Betania al amigo”
Sea por siempre bendito y alabado