Señor: los que creemos en ti sabemos que eres Rey, que reinas en el cielo y en la tierra y que tu Reino, está entre nosotros. “El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros”.
Señor: mi sociedad como la que Tú viviste, no te reconocen como Rey, “hemos expulsado a Dios de la sociedad”, prefiere el odio y la guerra a la paz y el amor que Tú ofreces. Tú lo sufriste y nos adviertes: “seré rechazado por los hombres de esta generación”. Consuela oír las palabras que dijiste a santa Margarita “Hay algunos que no quieren que Cristo reine pero reinaré a pesar de mis enemigos”.
Creo, Señor, que Tú reinas en el cielo y en la tierra y que tu Reino se impondrá al mal, porque “tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos» y que en el último día tomaré posesión de él: “» Ven bendito de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo»
Tu reino, Señor, lo estableces en el mundo con tu muerte y resurrección, permanece con nosotros en la Eucaristía y será realidad cuando te entronice en mi corazón. Ese es tu deseo y solo me pides que te deje reinar, que llene mi vida de tu presencia para hacer realidad la historia de amor que quieres establecer conmigo. Dejas a que mi voluntad te proclamarte Rey y te reconozca como el “Señor de señores y Rey de reyes”. De nada sirve que Jesús de Nazaret sea rey si no tiene donde reinar, si no reina en el mundo, en mi vida, si no decido que sea suyo mi ser y mi hacer.
Señor: esperas de mí que siembre tu reino en las parcelas que me rodean, que lo anuncie donde te rechazan y que sean mis obras el mejor argumento. Que anuncie al mundo que: “Si escucha su voz y te abre la puerta, entrarás en su casa y cenarás con ellos y ellos contigo”. Que como dice el Papa Francisco: “cuando en un mundo tan marcado por el pecado y el sufrimiento rezamos con la expresión “venga a nosotros tu Reino”, le pedimos a Dios que no se aleje de nosotros, que lo necesitamos”.
Un Reino que “crece y se propaga con paciencia, misericordia y mansedumbre. Que a pesar de tener una apariencia humilde, como un grano de mostaza o un poco de levadura, lleva dentro una fuerza capaz de transformar los corazones y el mundo” El Reino de Dios, está “aquí” y “ahora”, “dentro de nosotros”, dentro del corazón del bautizado. Es un Reino, “de las cosas sencillas, insignificantes, cosas de andar por casa, llenas de ternura, locuras que hacen mucho bien, palabras que sanan, fortalecen y dan esperanza”.
Gracias Señor por enviarme la fuerza del Espíritu Santo para que acceda a entronizarte en mi corazón y proclamarte como mi rey y Señor. Mientras Tú estés entre nosotros, estará tu reino y estará en los que escuchan tu palabra, en los que te recibimos en la comunión, en los que damos testimonio de tu reinado adorándote ante el sagrario. María madre del Rey del universo y madre mía ayúdame a vivir una vida acorde al que se siente súbdito de tan gran Señor.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Sea por siempre bendito y alabado