Señor: nos preparamos para celebrar tu venida al mundo, el acontecimiento histórico cargado de misterio: "nace un tierno niño, plenamente humano, pero que es al mismo tiempo el Hijo unigénito del Padre, hecho carne en el seno de una mujer virgen, pobre y humilde". Un misterio por el que la segunda Persona de la Trinidad, se abaja de su divinidad para revestirse de Jesús de Nazaret humano, y acortar así las distancias entre cielo y tierra, entre lo finito y lo infinito. "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y, por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre"
Señor: Tú pudiste elegir la forma de nacer, y lo haces en un lugar reservado para cobijo de animales, "porque no había lugar para ellos en el mesón". Señor Tú siempre sorprendes y el acontecimiento más trascendental para la humanidad, no lo divulgas, lo dejas en boca de unos pastores "hombres humildes y despreciados" .Pasas de ser adorado por una Corte celestial a ser un desconocido, haces del pesebre tu trono, eres recibido por los últimos, por gente relegada "que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche".
Si te preguntara hoy, Señor, en el siglo XXI, por qué lo hiciste así, me responderías que por amor. Por mi amor naces pobre siendo rico y por mi amor mueres crucificado siendo inocente. Tú sabías, Señor, que el amor del cielo, tu forma de amar no se ejerce en la tierra, y por eso te crucificaron y a mí me marginan. Tampoco en la Era de la Inteligencia Artificial tu venida es acogida ni agradecida. Tu nacimiento lo recordamos con derroches y mesas colmadas, mientras los "lazaros" venidos en pateras, esperan "las migajas que caen de la mesa". A pesar de nuestra torpeza sigues repitiendo: "Ardientemente he deseado celebrar la Pascua con vosotros"
Tú Señor, me sigues amando por encima del tiempo. No esperas a que sea santo, me sigues invitando a que te abra mi corazón para acogerte, y esperas a que me una al coro celestial para cantar juntos: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor". Sigues confiado a que llegue esa navidad en la que decida seguir la estrella que me lleve al portal donde te encuentras.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Uniéndome, Señor, a la oración de san Juan Pablo II te digo: "¡Venid, adoremos! Venid de todas las partes del mundo a contemplar lo que ha sucedido en el portal de Belén. Nos ha nacido el Redentor y esto constituye hoy, para nosotros y para todos, un don de salvación. "Niño de Belén, Profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación, apoya los esfuerzos de paz llenos de esperanza, por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo" María madre de Dios y madre nuestra ruega por nosotros.
Sea por siempre bendito y alabado
