Señor: no es fácil ser tu discípulo y es arriesgado prometerte que "te seguiré" porque implica: "negarme y cargar con mi cruz" "amar a los unos y a los otros" Ya me adviertes que será un camino difícil porque me espera una sociedad "adultera y pecadora" que me perseguirá por ser seguidor de Jesús de Nazaret. El "que trabaje por las cosas de Dios siempre será perseguido".
"Entonces se aproximó un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Seguirte, Señor, significa arrinconar mis miedos y descansar en Tu Providencia.
Seguirte es negarme, es luchar por conseguir el triunfo pero respetando los derechos de los que te niegan o te acusan. Que cuando me arrodille ante el sagrario venga ya de perdonar al hermano. Se trata, decía el Papa Francisco "de emprender un éxodo de nuestro yo, de perder la vida por él, siguiendo el camino de la entrega de sí mismo".
Señor: sé que para seguir tus pasos debo ir abrazado a la cruz. San Juan lo especifica en el evangelio: "El camino de la cruz terminó en el Gólgota y el lugar del suplicio se convierte en el trono de Cristo". Una cruz que aunque ya se nos presenta en la cuna, la lleve como Tú lo hiciste, perdonando y acogiendo. Que siendo inocente te "condenaron a muerte, te entregaron a los gentiles, se burlaron de ti, te azotaron y te crucificaron".
Me indicas que el dolor, la desgracia, la enfermedad, la tristeza y la muerte las acepte con talante cristiano: "El talante cristiano sin cruz no es de ninguna manera cristiano y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana".
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Señor, la experiencia me dice que por seguirte correré riesgos. Ser tu discípulo en el Tercer Milenio, es exponerse a que abran fuego contra el autobús de cristianos en peregrinación. Que condenen a 26 años de cárcel al obispo Rolando. Que me aíslen porque es de "ignorantes" arrodillarse ante el sagrario y llamar "santa" a una hora perdida. Todos estos sucesos los conoces y tu Providencia ha decidido que lleguen a mí, para que aquí y ahora sea tu testigo y diga a mi sociedad que en ti está la solución. Que no me preocupe porque mis cercanos sean mis mayores adversarios: "Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa, estad alegres porque vuestra recompensa será grande en el cielo"
Sea por siempre bendito y alabado
