Confidencias de noviembre

Señor: en este mes de noviembre la Iglesia me invita a rezar por los fieles difuntos, en especial por los que me llevaron a conocerte, por los que compartí horas de adoración, por los que no me perdonaron y por los que murieron sin conocerte. 

Señor: sé que he de morir, pero mi muerte la veo como el encuentro contigo, ese tiempo en el que ya no tenga que creer porque te veo real y verdaderamente como mi Dios y Redentor, tiempo en el que ya no tenga que hacer méritos, un tiempo en el que no habrá un mañana ni un porvenir porque he dejado de ser peregrino y alcanzado la meta. 

Como humano, Señor, siento temor a la muerte como a todo lo desconocido. "Quedóme también poco miedo a la muerte, a quien yo siempre temía mucho; ahora paréceme facilísima cosa para quien sirve a Dios". Mi miedo se disipa al oír tu palabra: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás". 

 Tú pasaste por ella y quisiste que te conocieran muerto y sepultado. Querías enseñarnos, al verte resucitado, que la habías vencido, que la muerte no era el final sino que tras ella aparece la vida futura. "La fe en el Resucitado transforma nuestra vida, la libera del miedo, le da firme esperanza, la anima con aquello que da pleno sentido a la existencia, el amor de Dios".

Sé Señor, porque así me lo has revelado, que solo el Padre conoce el día y la hora y por eso me adviertes que: "Esté en vela y preparado, porque a la hora que menos pienses viene el Hijo del hombre" Que viva y ame como si fuera la única vez, la última vez, porque mañana ya sea tarde. Que deje todo lo que me aparte de ti y que ponga lo que me has dado a tu servicio y al de los hermanos. Que lo que yo quisiera decirte en aquel día lo haga realidad ahora. 

Te pido Señor, que mi último pensamiento sea para darte gracias porque antes de que naciera ya me elegiste, me llevaste de tu mano a lo largo de la vida y porque en mi última hora sigo manteniendo la fe en ti y "al fin muero hijo de la Iglesia Católica".

Señor: cuando Tú Providencia lo disponga, llegará la hora de mi muerte, el día en que otros, al ver mi lápida, recen por mí porque saben que sigo vivo. Espero en tu palabra y deseo que al abrir los ojos del alma te oiga decir: "Ven bendito de mi Padre a poseer el Reino que os tengo preparado desde la fundación del mundo" Imploro la intercesión de la Mare de Déu para hacer realidad la oración que tantas veces la recé: "Y en la hora de la muerte muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre". 

-Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

-Sea por siempre bendito y alabado